Al final de la guerra entre Æsir y Vanir, todos los dioses y diosas escupieron en una vasija para sellar el acuerdo de paz. En lugar de dejar que la saliva se desperdiciara, los dioses decidieron formar con ella un hombre. Su nombre era Kvasir, el más sabio de los Vanir, tan versado en el conocimiento de los nueve mundos que pronto ganó renombre por su habilidad para contestar las preguntas de la gente. Nadie podía preguntarle algo que él no pudiera contestar.
Kvasir viajó a lo largo y ancho del mundo para impartir a los hombres su conocimiento. En uno de sus viajes, se hospedó en casa de dos hermanos enanos, Fjalar y Galar, quienes arteramente llevaron a Kvasir hasta una cueva y lo asesinaron. Los enanos drenaron toda su sangre y la guardaron el dos grandes jarrones, Bodn ("ofrenda") y Són ("expiación"), y un caldero, Odrerir ("inspiración"). A la sangre del sabio agregaron miel y, dejándola fermentar, destilaron el divino hidromiel conocido como Kvas. Cualquiera que bebiera de él se convertía en una poeta de inmediato.
Fjalar y Galar guardaron el hidromiel para sí mismos. Cuando los Æsir enviaron un mensajero a buscar a Kvasir, los enanos le dijeron que el sabio se había ahogado en su propio conocimento y muerto. Luego los enanos fueron a la morada del gigante Gilling y le invitaron a que los llevara en su bote hasta el medio de un lago, tras lo cual hundieron el bote y el gigante se ahogó, pero los enanos llegaron a la costa y le avisaron a la esposa del gigante que había ocurrido un accidente y Gilling había muerto. Cuando la giganta salió de su casa dando grandes gritos, los enanos, subidos al techo de la casa, le arrojan un piedra de molino, dándole muerte. Cuando Suttung, el hijo de Gilling se enteró de lo sucedido a sus padres, ató a los enanos a unas rocas que serían cubiertas por la marea, pero éstos intercambiaron sus vidas a cambio del hidromiel preparado con la sangre de Kvasir.
Suttung tomó el precioso líquido y se fue directamente a su casa, cerca de la montaña Hnitbjörg. Allí, creó una cámara secreta muy profundo en la montaña y dentro de ella colocó los dos jarrones y el caldero de hidromiel para guardarlos. Suttung le ordenó a su hija Gunnlod que vigilara el hidromiel de día y de noche.
Los Æsir, mientras tanto, se enteraron de lo que había sucedido a Kvasir y del hidromiel creado con su sangre. Odín decidió que viajaría a Jotunheim para recuperar aquel tesoro. Se disfrazó como un hombre, cosa que hacía a menudo, y se hizo llamar Bölverkr ("trabajador de la aflicción").
Bölverkr viajó a Jotunheim y eventualmente llegó a un valle donde nueve hombres estaban trabajando en un campo cortando pasto. Bölverkr pudo ver que el trabajo avanzaba lentamente porque las herramientas de los trabajadores no estaban afiladas. Iniciando la conversación, Bölverkr supo que los hombres trabajaban para Baugi, el hermano de Suttung, y se ofreció para afilar sus guadañas. Ellos aceptaron agradecidamente y quedaron maravillados al darse cuenta de cuan rápido podían trabajar después de que Bölverkr hubo terminado. Le ofrecieron de inmediato comprarle su piedra de afilar.
Bölverkr respondió arrojando la piedra de afilar muy alto. Los hombres se empujaron unos a otros para atraparla y, al hacerlo, se cortaron mutuamente las gargantas con sus guadañas, cayendo muertos de inmediato. Bölverkr atrapó la piedra de afilar mientras caía y continuó su viaje.
Esa tarde, Bölverkr hizo su aparición en la granja de Baugi, el gigante, solicitando hospitalidad. Ese día Baugi no estaba de buen humor, al saber que sus nueve hombres se habían matado unos a otros y estaba desesperado por conseguir reemplazos con la temporada tan avanzada. Bölverkr se ofreció a hacer el trabajo de los nueve hombres por el resto de la cosecha si Baugi le ayudaba a conseguir un trago del hidromiel que poseía su hermano Suttung. Baugi estuvo de acuerdo.
Bölverkr llevó a cabo el trabajo de nueve hombres y más por el resto del verano. Finalizada la cosecha, Baugi se acercó a Suttung para pedirle un trago de hidromiel, a lo que Suttung se negó de inmediato.
Bölverkr entonces convenció a Baugi de ayudarle a engañar a Suttung para conseguir el hidromiel. Juntos, fueron hasta la montaña Hnitbjörg. Bölverkr sacó una barrena, llamada Rati, y le indicó a Baugi como usarla para taladrar un costado de la montaña hasta llegar a la cámara secreta donde se escondía el hidromiel. Cuando Baugi dijo haber terminado el trabajo, Bölverkr sopló en el agujero formado y pequeñas piedras y restos de polvo volaron hacia su rostro, probando así que el agujero no había alcanzado aun su objetivo. Dandose cuenta de que Baugi había mentido e intentaba engañarlo, Bölverkr le ordenó volver al trabajo.
Por segunda vez, Baugi anunció que había finalizado y cuando Bölverk sopló nuevamente, ya no salió polvo del agujero. Inmediatamente, Bölverkr se convirtió en una serpiente y reptó dentro de la montaña. Baugi, sorprendido, intentó clavarle la barrena, pero era demasiado tarde.
Una vez dentro de la cámara secreta, Bölverkr volvió a su forma de hombre y se presentó ante Gunnlod, la hija de Suttung, quien custodiaba el hidromiel sentada en un banquillo de oro sólido. Al ver a Bölverkr, Gunnlod olvidó por completo las advertencias de Suttung sobre como cuidar del hidromiel. Bölverk se dedicó entonces a seducirla y, al cabo de tres días, le hizo el amor en la cámara secreta en el interior de la montaña. Después de esto, Gunnlod estaba dispuesta a darle a Bölverk cualquier cosa que éste deseara. El le pidió tres tragos del precioso hidromiel y ella accedió. Con el primer trago, vació a Bodn. El segundo trago vació por completo Són. Con el último, Bölverk dejó vacío por completo el caldero Odrerir.
Con todo el divino hidromiel en su boca, Odín se convirtió en un águila y voló lejos, en dirección a Asgard. Cuando Suttung lo vio, él también se transformó en un águila y partió tras el dios. Volaron raudos a través de Jotunheim, pero al acercarse a Asgard, los otros dioses les vieron y rápidamente dispusieron vasijas en los patios del palacio. Mientras Odín volaba sobre Asgard, dejó caer de su boca el hidromiel en las vasijas. Suttung le perseguía sin tregua, tan de cerca que Odín, por la emoción de la carrera, dejó caer un poco de hidromiel fuera de las murallas. Esta pequeña cantidad no pudo ser guardada por los dioses. Todavía está por allí. Cualquiera puede encontrarla y guardarla para sí, si así lo quiere. Se le llama "la porción de los poetas inferiores". Pero la mayor parte del hidromiel fue guardado cuidadosamente por los dioses. Odín se lo entregó a los Æsir y ocasionalmente a algunos hombres que demuestran su habilidad para componer poesía.
Suttung nunca pudo recuperar su valioso hidromiel.
Fuente: Mitologia Vikinga
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